En memoria

Berenstein de Supanichky,
Beatriz Mónica

Beatriz creció en el barrio de Floresta con su padre, su madre y su hermana menor, Claudia, para quien Beatriz era una referente muy importante.
Era buena alumna, sociable e inteligente. Amante de la literatura, los idiomas, curiosa y gran lectora, Beatriz tenía muchos amigos, porque era una persona cariñosa y simpática, con un don especial: donde ella estaba, generaba buena energía.

Claudia la recuerda como una mujer carismática, sensible y hermosa, a la que siempre le llamó la atención viajar y conocer el mundo, por lo que fue natural que un día decidiera armar las valijas y partir buscando nuevos rumbos, inquieta, como era ella.

Beatriz vivió un tiempo en Israel y luego en Europa. Allí, conociendo otras culturas e idiosincrasia, armó distintos proyectos, desplegando su talento en las relaciones interpersonales, porque Beatriz era tan emprendedora como amigable. Muchos de sus afectos, desperdigados por todo el mundo, contactaron a la familia luego del atentado, preguntándose cómo era posible que algo tan atroz sucediera en nuestro país.

Aunque su plan inicial era radicarse en Israel, Beatriz terminó regresando a la Argentina, donde vivió sola un tiempo, hasta que se enamoró, se casó y armó una familia con la llegada de su hija, Shirley. Beatriz era una madre amorosa y muy presente. Trabajaba en la Embajada de Israel y aunque sus tareas la llenaban de satisfacciones, lo que le daba alegría era regresar a su casa, para jugar y besar a su hija, por quien sentía una genuina pasión.

Familiera y atenta con los demás, Beatriz era muy unida a su padre, con quien tenía una muy buena relación. Era una persona con proyectos, amigos y muchas capacidades para llegar alto, y si bien tenía ambiciones, lo que más quería era progresar en la vida y disfrutar de la familia que había armado. El atentado la arrancó de la vida en pleno crecimiento, cuando su pareja estaba sólida, Shirley con apenas tres años, empezaba a dejar de ser una bebé y les robó a Beatriz y a Claudia la posibilidad de ver crecer juntas a sus hijas, de compartir la maternidad, la madurez, lo cotidiano y lo extraordinario.
El atentado dejó un vacío inmenso, imposible de borrar, que cambió la vida de una familia, de una comunidad, de un país. Por otro lado, tanto los familiares como los sobrevivientes consiguieron atenuar el horror y la injusticia, con restauraciones, empatía, solidaridad. Con humanidad, memoria y alegría.

Entrevista realizada a Claudia Berenstein (hermana de Beatriz Berenstein), el 01/09/2022.