En memoria

Brumana,
Juan Carlos

El Padre Juan Carlos Brumana, fue el sacerdote vicario de la Parroquia Madre Admirable, ubicada frente a la embajada de Israel.

Su familia estaba constituida por su mamá, su papá y sus tres hermanas mayores, a las que quería enormemente, aunque su debilidad era Elena, la tercera, con quien tenía una relación muy cercana y profunda. Elena lo consideró siempre mucho más que un hermano. Para ella, Juan Carlos era su amigo, su confidente, su faro, no solo por compartir los mismos intereses, sino también por sus valores humanos, su calidez y su fe inquebrantable.

De niño, Juan Carlos era vivaz, observador e imaginativo. Jugaba con Elena a los autos y armaban creativas escenas con animales de granja y muñecos. De adolescente era sereno y reservado, pero sus amigos lo recuerdan como un joven divertido y solidario. Al terminar el secundario, fue invitado a sumarse al movimiento Apostolado la Legión de María, un espacio para gente de fe, motivada a trabajar con y para otros. Juan Carlos encontró allí un lugar de pertenencia y no tardó nada en invitar a Elena, su hermana, quien también se sumó a la experiencia de misionar.

A Juan Carlos le interesaban muchos temas. Le gustaba jugar al ajedrez, leer, ir al cine, y sacar fotos, especialmente del cielo. Trabajaba en Aerolíneas Argentinas y había estudiado para ser despachante de aeronaves, observador meteorológico y técnico en meteorología sinóptica. Pero la fe prevaleció, y la vocación sacerdotal en Juan Carlos se materializó en 1982, cuando a los 27 años, el menor de los Brumana anunció que acababa de ser aceptado en el seminario, noticia que fue celebrada con alegría, especialmente por su madre, quien tenía la intuición de que ese sería su destino. Juan Carlos era consciente del sacrificio y las renuncias que implicaban dedicar su vida al trabajo religioso, pero primaron más su amor a Dios, su devoción a María y su disposición a ayudar a quien lo necesitara.

Juan Carlos era una persona comprensiva, reflexiva, que hablaba poco, escuchaba mucho, y nunca faltaba ni a la verdad ni a la calidad en su decir. Noble y amable, era un hombre servicial, que además de trabajar en la Parroquia Madre Admirable, atendía en el Barrio Padre Carlos Mugica, también conocido como Villa 31, donde oficiaba la misa dominical. En el barrio se lo recuerda como un sacerdote disponible y dispuesto a dar una mano y prestar el oído, a bendecir y acompañar a los enfermos o a quien lo requiriera, caritativo y respetuoso.

A los 37 años, con menos de dos años y medio como sacerdote, falleció en la explosión, que destruyó, además de la Embajada de Israel, edificios aledaños como la Parroquia en la que trabajaba y vivía, el hogar de ancianos, la escuela, departamentos cercanos y tantas vidas irrecuperables.

La misa en la Parroquia Santa Julia, donde se lo veló, fue muy concurrida. Cientos de personas de distintos credos, orígenes y estratos sociales, se acercaron a despedirlo, desde las más altas cumbres de la Iglesia Argentina, hasta los más humildes fieles de la Capilla Nuestra Señora del Rosario, ubicada en el barrio de emergencia de Retiro.

Entrevista realizada a Elena Noemí Brumana (hermana del Padre Juan Carlos Brumana), el 14/09/2022.