En memoria

Droblas,
Marcela Judith

Marcela Droblas era la mayor de tres hermanos. Alegre, positiva, cantarina, siempre fue la que animaba la mesa familiar, compartiendo sus novedades o generando conversaciones en las reuniones, en las que se mezclaban con total naturalidad, familiares y amigos.

Era sociable y extrovertida, se movía con soltura en todos los ámbitos en los que se desenvolvía: la escuela primaria pública, la escuela hebrea del seminario de AMIA, Macabi, donde cosechó grandes amigos, unidos por un profundo amor a Israel.

Pese a que Macabi no era, en esencia, un club sionista, Marcela y sus amigos y amigas adolescentes, se sentían interpelados por lo que estaba sucediendo tanto en la Argentina como en Israel. Marcela se anotó en Rambam y al terminar el secundario, buscó la información necesaria, tomó coraje e hizo aliá, inmigrando a Israel, junto con una amiga a los 18 años. Allí convivieron en la universidad, estudió Educación, perfeccionó su hebreo, pero con el tiempo sintió que extrañaba mucho a su familia y amigos, y decidió volver.

Ya de regreso, trabajó un tiempo de morá de shirá, maestra de música hebrea en una escuela judía, porque tenía una gran aptitud musical y se las arreglaba bastante bien con la guitarra, pese a no haber tomado clases formales.

En el año 1990 ingresó en la Embajada de Israel. Allí, rápidamente entabló amistad con las esposas de los diplomáticos y con las y los empleados más jóvenes del lugar. Como era una persona con mucha iniciativa, propuso la creación de un coro, que dos veces a la semana se juntaba a ensayar. El embajador le tenía un profundo afecto, al igual que sus hijos, a los que Marcela cuidaba eventualmente cuando estaban de paseo por la embajada.

A Marcela las cosas materiales no le llamaban la atención. Era desprendida, generosa y solidaria. Cuando una fuerte inundación dejó a miles de personas desamparadas, Marcela fue hasta la casa de la provincia con bolsas repletas de ropa, tomada de su propio placar.
Era una persona idealista, altruista, que tomaba de cada quien lo mejor.
Curiosamente, no era de hacer planes a futuro. Vivía el día a día, como si supiera que proyectar era para otros, no para ella.

El atentado la arrebató en la flor de la vida, pero su huella, profunda y perenne, sigue vigente en todos quienes la conocieron y amaron.

Entrevista realizada a Zulema Droblas (madre de Marcela Droblas), el 22/09/2022.