Escorcina Albarracín y José María Lescano se conocieron
en la ciudad de Córdoba, donde se casaron y vivieron un
tiempo, junto a su primer hijo, Roberto Jorge.
Por motivos de salud, tuvieron que mudarse a San
Francisco, provincia de Córdoba, donde tuvieron dos
hijos más: José María y Rosa del Socorro.
En San Francisco todos los Lescano participaban
activamente del negocio familiar: un importante
laboratorio fotográfico, gerenciado por José María, de
profesión, fotógrafo. Escorcina trabajaba con su marido,
codo a codo, encargándose del retoque de negativos, una
meticulosa labor artesanal que requería de mucho talento
y concentración.
Roberto Jorge estudió abogacía y como tenía el don de la
oratoria, con solo 24 años, fue elegido durante la
campaña de Arturo Illia para dirigir un mensaje a la
ciudadanía de Córdoba. Escorcina no podía estar más
orgullosa de los logros de su hijo.
Por ese entonces, Rosa del Socorro se recibió de maestra
normal y a los 16 años se fue a la Ciudad de Córdoba
para estudiar. Su intención era trabajar en el Instituto
de Derecho Penal, pero tuvo que suspender los estudios
por un tiempo, cuando en 1969, como consecuencia de una
mala praxis, fallece su padre. Al cabo de dos años, Rosa
retoma los estudios y es convocada por el Instituto para
trabajar, primero ad honorem y luego como planta
permanente. Años después, Rosa del Socorro se muda a
Buenos Aires, siguiendo su vocación y haciendo carrera
hasta convertirse en Jueza. El tercer hijo de Escorcina,
José María (h) se dedicó a sostener los negocios
familiares y luego despuntó como empresario con sus
propios proyectos de negocios.
Al quedar viuda, Escorcina, decide diversificarse y abre
una botonería en el anexo del local de fotografía. El
negocio prospera y Escorcina saca a relucir todo su
talento para las manualidades, creando bellos collares y
aros con botones, tejiendo unas creaciones increíbles
con agujas y horqueta, o cocinando sus famosas humita y
quiche.
Mujer de una profunda fe católica, a Escorcina le
gustaba asistir a misa y ayudar a quien lo necesitara.
Cuando unos mareos la obligaron a considerar la opción
de vivir en un entorno más seguro, la idea del Instituto
San Francisco de Asís, enfrente de la Embajada de
Israel, surgió como una alternativa interesante, ya que
la institución contaba con su propia parroquia y la
compañía de otras mujeres. Allí Escorcina vivió feliz y
entabló nuevas amistades, como el Padre Juan Carlos
Brumana, quien subía cotidianamente a conversar con ella.
Nadie imaginaría que tiempo después el lugar volaría por
los aires, por culpa del irracional odio terrorista.
Escorcina era muy amada por su familia. Decía que tenía
dos hijos varones y tres hijas mujeres, porque a sus
nueras las quería como a hijas. Sus nietos, que la
adoraban, solían pasar a visitarla seguido e incluso a
dormir la siesta con ella. En ellos continúa su legado
de valores morales férreos, de altruismo y generosidad,
de amor por el prójimo.
Entrevista realizada a Dra. Rosa del Socorro Lescano (hija
de Escorcina Albarracín de Lescano), el 20/09/2022