En memoria

Meyers Frers de Hernández,
Francisca Mausi

Francisca Eva Elisa Meyers Frers, Mausi para sus afectos, fue, sin lugar a dudas, una mujer extraordinaria. No tuvo una vida sencilla. Vivió en Trelew hasta que su madre enfermó, y viajó con su padre y su hermano a Buenos Aires, donde terminó quedándose, tras el fallecimiento de su mamá. En la capital se crió con unas tías y tras casarse, se mudó a Martínez, donde tuvo cuatro hijas.

Era una mujer culta, curiosa, ávida lectora. Cuando sus hijas eran pequeñas, disfrutaba sentarlas alrededor del fuego y leerles novelas sobre la historia argentina. También era una madre cariñosa, protectora y defensora, que quedó viuda joven y que se esforzó por inculcarles a sus hijas los mismos valores de empatía y amor al prójimo que pregonaba con el ejemplo.

A Mausi no le amedrentaba poner el cuerpo en acción, cuando se trataba de ayudar a otros. Atenta a las necesidades ajenas y solidaria como pocas, no le tembló el pulso en presentarse a donar piel, cuando en los años 50, en la localidad de Martínez, se incendió una fábrica, dejando decenas de operarias internadas con profundas quemaduras. Tampoco le importaba su propia incomodidad, cuando aplicaba inyecciones a sus vecinos a cualquier hora de la noche, como buena estudiante de enfermería.

Su hija Mónica la recuerda como una mujer que dio mucho de sí, no solo a su familia, sino a su comunidad. Tenía gran facilidad para las manualidades. Dibujaba, cocinaba y cosía bien. Aprovechaba sus talentos para continuar su trabajo comunitario, como cuando se encargó de los souvenirs de todos los niños que tomaron la comunión junto a sus hijas, o cuando formó parte de la Asociación de Madres de Familia de San Nicolás de Bari, un grupo de mujeres que se juntaban a coserles ropa a los menos favorecidos.

Era una persona con muchas aptitudes: en una época en la que las mujeres no trabajaban fuera de su casa, Mausi fue profesora de alemán, trabajó como traductora de una estrella de cine, participó del programa nacional de estadísticas y censos haciendo engorrosos cálculos matemáticos y formó grupos de encuestadoras, a las que capacitó personalmente viajando en hidroavión por todo el país.

Pese a venir de una familia pequeña de origen protestante, Francisca forjó una enorme familia, con cuatro hijos, doce nietos y tres bisnietos, un grupo humano, ecuménico y pluri religioso lleno de amor, que la recuerda con mucho afecto

Francisca vivía en un pensionado de la iglesia, ubicado frente a la embajada. Salía de noche con sus amigas, iba al teatro y volvía tarde, sintiéndose segura, irónicamente, porque los custodios de la embajada estaban alertas a cualquier cosa que pasara.

Falleció siendo una mujer mayor, que llevaba una vida activa, llena de proyectos. Una llama de energía vital difícil de apagar.

Entrevista realizada a Mónica Hernández (hija de Francisca Eva Elisa Meyers), el 19/09/2022.